La enfermedad por COVID-19 nos ha sacudido desde marzo del año 2020, cambiando la atención médica y nuestra vida cotidiana.
Aunque la mayoría de los pacientes afectos por COVID-19 son asintomáticos, la zona cero de la enfermedad es el pulmón, apareciendo con frecuencia neumonías bilaterales, afectación de la microvascularización pulmonar y síndrome de distrés respiratorio en los casos más graves. No obstante, no sólo afecta al pulmón: la enfermedad puede manifestarse en casi cualquier sistema del cuerpo humano. La mayor parte de estas afectaciones sistémicas aparecen en la fase inflamatoria de la enfermedad y en casos habitualmente más graves. Se ha documentado afectación a nivel cardiovascular (miocardiopericarditis, cardiopatía isquemia), digestivo (diarrea, náuseas, vómitos, hepatitis), neurológico (accidentes isquémicos vasculares, epilepsia), reumatológico (reactivación de la enfermedad reumatológica) o, por ejemplo, a nivel ocular (conjuntivitis y transmisión).
También es importante revisar las peculiaridades de la enfermedad en ancianos y niños, pues se comporta con algunas peculiaridades, con mayor gravedad en los pacientes de la tercera edad.
Todavía seguimos inmersos en plena pandemia, por lo que debemos mantenernos atentos y continuar con la investigación tanto en los tratamientos como en el desarrollo de la vacuna. En cuanto al tema de la clínica de la enfermedad, debemos seguir observando e indagando en todas las manifestaciones clínicas que refieren nuestros pacientes, ampliando la anamnesis y buscando cualquier síntoma probablemente relacionado con la enfermedad. Pero, lo más importante, continuemos en la lucha y observando todas las medidas de distanciamiento social que nos permitan controlar la enfermedad.
Dra. Marta Palop.
Hospital de Sagunto. Valencia.
